Buscar en macroinstantes

miércoles, 13 de mayo de 2009

Bufo bufo

Clase: Amphibia
Orden: Anura
Familia: Bufonidae
Género: Bufo
Especie: Bufo bufo (Linnaeus, 1758)

Bufo bufo

En lo profundo de la Sierra de Cazorla, mientras buscaba a la esquiva Lagartija de Valverde y me dispersaba fotografiando jóvenes lagartos, apareció a plena luz del día este visitante al que no había invitado: un enorme y verrugoso sapo común (Bufo bufo).

Ya que se había presentado allí de forma voluntaria, decidí aprovechar para retratarlo. Al amigo sapo no le gustó que le acercara la cámara y reaccionó de forma malhumorada y agresiva.

Ante mi atónita mirada, se hinchó de aire hasta amenazar con estallar, arqueó el lomo al tiempo que bajaba la cabeza, mostrando su dorso y las desarrolladas glándulas parótidas hacía el objetivo de la cámara, y de repente, y haciendo gala de una agilidad y arrojo que dificilmente se le supone a un rechoncho sapo, se abalanzó de un salto contra el objetivo, embistiendo con decisión y topando con la cabeza contra el filtro UV que afortunadamente llevaba puesto para proteger la lente del objetivo de las salpicaduras de agua (y sin saberlo, de las mucosidades cutáneas de los sapos).

Tras tan contundente ataque intentó la retirada y al poner yo la mano frente a él, repitió la secuencia de acciones, embistiendo esta vez mi mano.

Conocía las dos primeras estrategias antidepredatorias. Hincharse de aire y encorvarse le hace parecer más grande, y llegado el caso, ser más dificil de tragar por las culebras, uno de sus principales depredadores. Pero no conocía su capacidad de atacar al oponente en lo que a todas luces es un farol, ya que su verdadera defensa, las glándulas venenosas que cubren su piel, es un tipo de defensa pasiva que solo actua al ser mordido, y carece de dientes u otras armas ofensivas con las que atacar a un oponente, más allá de topar con la roma cabeza.

Esperé un poco para ver si se tranquilizaba, pero no colaboró en ningún momento, impidiendo que le pudiera hacer alguna foto en condiciones, así que dejé que se marchara a continuar con sus asuntos de sapo entre la frondosa vegetación de la orilla del río.

En definitiva, un sapo muy antipático. Nada que ver con los graciosos sapillos marroquís o el galardonado sapo corredor, que posaban como modelos profesionales.

2 comentarios:

  1. Menudo momento!!
    Lástima que no tengas ninguna de cuando se hinchó.
    No me lo creo :)
    Tiene pinta de ser muy grande, menuda cabeza, aunque parece como muy aplanada no?

    Un saludo javier.

    ResponderEliminar
  2. Como digo, no colaboró para nada, tengo alguna foto más, pero nada que merezca la pena ver...

    Los bichos a veces colaboran y a veces no, cuando es que no, mejor dejarlos ir tranquilos y esperar una mejor ocasión, que intentar forzarlos a hacer lo que no quieren...

    ResponderEliminar