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sábado, 24 de mayo de 2008

Los habitantes invisibles


Al amanecer, las huellas en la arena es lo único que queda de las misteriosas criaturas de la noche. Poco después, el viento borrará todo rastro.

Muchas especies, criaturas únicas fruto de millones de años de evolución, están a punto de desaparecer para siempre a causa de nuestra irresponsable gestión del planeta que compartimos. Desaparecererán borradas por el tiempo como las huellas de la arena.

Científicos australianos han anunciado a bombo y platillo que han conseguido insertar en el código genético de ratones genes extraídos de fetos de tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus). Se trata de los genes que controlan la formación de cartílagos.

Para quien no lo sepa, el tigre de Tasmania era un marsupial carnívoro con aspecto de lobo a rayas, común cuando llegaron los colonos blancos a Tasmania. Fue acusado de atacar a las gallinas y ganado de los colonos y perseguido como una alimaña perjudicial. El gobierno llegó a pagar recompensas por cada Thylacinus muerto que se presentara.

La implacable persecución dio sus frutos y en 1933 se avistó el último ejemplar en libertad. En 1936 murió el último ejemplar en cautividad. Transcurridos los exigidos 50 años sin que se produzca un avistamiento confirmado de la especie, ésta se declaró exinta en 1986.

En el año 2000 se inició un proyecto para clonar al Thylacinus. Sin embargo se paralizó después de obtener esperanzadores logros iniciales. O tal vez precisamente por eso.

Ahora nos felicitamos por alardes biotecnológicos que rozan la ciencia ficción creando ratones cuyos cartílagos han sido codificados por genes de una especie extinta.

Todo esto está muy bien. Pero mientras jugamos a ser alquimistas de la vida con aspiraciones a quitarle el puesto a Dios, olvidamos que muchísimo más fácil hubiera sido no exterminar al Thylacinus cuando era abundante.

Y lo peor es que no hemos aprendido nada. ¿Vamos a permitir que se extingan miles de especies que todavía conviven con nosotros para intentar dentro de unas décadas o unos siglos intentar volver a crearlas en el laboratorio? ¿A nadie le parece realmente estúpido?

1 comentario:

  1. El absurdo macro es desgraciadamente la regla y no la excepción. Respecto a los problemas somos siempre más capaces de mitigar los síntomas que de atacar las causas. De todas maneras yo no me preocuparía por el planeta. En poco tiempo nos extinguiremos y en unos millones de años nuestra huella sobre el planeta quedará borrada como esas que fotografiaste sobre la arena.

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